11 logotipos diseñados y ni un triste euro pagado por ellos.
MI PRIMER CLIENTE
Antes de nada, me gustaría hacer una aclaración: cronológicamente esta experiencia fue antes del capítulo 1 y mi colaboración trampa en 2015, pero me interesa contarte esta experiencia en segundo lugar debido a que en esta sección te contaré experiencias tanto en trabajos para terceros como para “clientes” propios y me interesaba contarte primero cómo de traumática fue la primera para terceros. En este caso, vengo a hablarte de mi primer “cliente” y las comillas son justo porque creo que la condición de cliente va intrínsecamente ligada a un pago por un servicio, como este señor no pagó un duro pues, adjudicadas sean las comillas. Allá vamos…
Primer encargo como freelance
Cuando creé LLLU como mi marca como diseñadora, la planteé como un símbolo de representación de mi trabajo, nada que ver con la idea del Estudio de Branding de ahora. Allá por el verano de 2013 creé mi logo, adquirí mi dominio, creé las cuentas de redes sociales, mi web y me puse a subir cosas. El único objetivo era, creo que el primero que tenemos todos: “comenzar a darme a conocer como diseñadora gráfica”.
Yo subía cosas de clase, básicamente, aún no tenía clientes propios, pero un día mi trabajo despertó el interés de alguien, concretamente del señor I. A.
Lista de mí, cada vez que publicaba algo en mi página de Facebook añadía mis datos de contacto para cualquier encargo incluido mi teléfono personal (esa cagada daría para otro capítulo de esta sección). I. A. me escribió por WhatsApp para comentarme que necesitaba un logotipo para una gran fiesta por su 25 cumpleaños en una discoteca que iba a alquilar. Yo estaba entusiasmada con esta primer solicitud así que comencé a interesarme directamente por el tipo de evento que tenía planteado y le comenté que en un briefing podría facilitarme información para un presupuesto para su logotipo y demás. La verdad es que I.A. se mostraba muy correcto y con predisposición a darme toda la información que necesitara.
Resulta que el encargo era un logotipo para el evento y el diseño del tarjetón para la invitación, de la cual ya había mirado presupuestos en imprentas para imprimir en tinta dorada y del precio de imprimir esas invitaciones con el tamaño del dicho tarjetón, solo le faltaba el diseño. Tras especificar qué hacer y cómo debía ser el diseño, le dije que el presupuesto de ambas cosas juntas salía por 300€ y accedió al momento. ¿Dónde está el problema? He aquí una lista de los problemas, porque ojalá hubiese sido solo uno, pero estas son las cosas que no hice:
- Mandar un presupuesto por escrito
- Establecer condiciones de pago, de revisiones, de límite de propuestas o correcciones
- Pedir un pago por adelantado
- Hacer un contrato de prestación de servicios
- Establecer alguna protección para mis bocetos o los diseños presentados.
Y un largo etcétera. Como siempre, todo ello con tal de “no parecer demasiado estricta” y perder al cliente. ¿Por qué tenemos esta confianza ciega en cualquier desconocido cuando empezamos como freelance? Yo tampoco lo entiendo todavía pero tenemos ese denominador común cuando empezamos a “darnos a conocer” todos los creativos…
Bucle infinito de propuestas y cambios
El logotipo en cuestión tenía que ser elegante y en dorado sobre negro, y comencé con composiciones tipográficas que transmitiesen esa elegancia y fuesen fáciles de trabajar para el barniz o tinta dorada que le fuesen a imprimir en el tarjetón.
Nuestras comunicaciones eran por WhatsApp y le mandaba las propuestas por dicho medio (me da hasta vergüenza contaros esto, pero mi nivel de pringadismo, e incluso monguerismo era demasiado).
¡Nunca hay que mandar propuestas de logotipos en una foto, sin ninguna explicación de dicha propuesta y mucho menos por WhatsApp!
En fin, el hilo en WhatsApp se convirtió en una retaíla de “esto más grande”, “esto más pa’ allá”, “esto así está soso, métele algo más llamativo”, “esto tiene que ser más grande todavía”, “tiene que impactar más”…
Os dejo por aquí un breve extracto de las 11 versiones totales del logotipo para que podáis valorar el nivel de variación de lo elegante y minimalista a lo sobrecargado y rimbombante tipo “El Gran Gastby”.
Fui tan sumamente lista de que, cuando ya parecía que tenía algo que le gustaba accedí a hacerle el boceto de una de las caras del tarjetón, currándome el diseño tipo El Gran Gastby (Art Decó) para que ya por fin viese que podía encajar el logo con el estilo que quería darle a todo de ultra-mega lujo y exclusividad de la invitación a la fiesta.
Bomba de humo
El último WhatsApp mío, antes de la bomba de humo de I. A., fue enviándole la imagen en JPG de la composición para el tarjetón y, a día de hoy, no me decanto todavía por un fin para esta historia:
- Quizá se cansó de ver tantas opciones y cambios (que encima le salieron gratis).
- O tal vez al ver el diseño del tarjetón y al tener ya el logo se fue con las mismas a que otra persona se lo vectorizara y preparara para la imprenta (o quizá la propia persona de la imprenta) y dormir tranquilo de ver que le había salido gratis el diseño.
El caso es que, ¿adivinad quién no recibió respuesta alguna a su solicitud de pago por dicho diseño?
“Nunca más” me dije, y realmente nunca más he vuelto a tener un “cliente” propio que no me haya pagado, pero hay cosas que eran tan evidentes que a día de hoy no me explico todavía cómo pude ser tan imbécil. Lo importante es que, aunque me dé mucha vergüenza compartiros esto, esta experiencia pueda serviros a otros para poder ver con más facilidad una cadena de errores tan común: hacer tratos de palabra, no tener contratos y firmas de por medio, no tener un adelanto primero…
Las conclusiones de esta experiencia me gustaría presentártelas como consejos que yo ya (gracias a todos los dioses olímpicos) aplico a día de hoy en mi trabajo y son los que me han permitido ganar en tranquilidad, confianza con mis clientes y crecer como autónoma. Se basan en las siguientes pautas:
- Siempre hay que tener claro y bien currado un método de trabajo (recogida de información, reuniones, tiempos, fases de entrega, etc.) y si alguien creé que dicho método es “estricto” “lento” o “tedioso”, es un cliente que no es capaz de ceñirse a un orden y dedicarle tiempo a su proyecto y, por tanto, no es un cliente con el que te interese trabajar.
- Dicho método siempre tiene que tener un acceso previo a precio, condiciones del servicio, método de trabajo, pago por adelantado, etc. y que el cliente siempre lo tenga por escrito en un presupuesto y lo acepte antes de comprometerte a nada en su proyecto.
- Antes de comenzar a trabajar en nada (ni bocetos, ni ideas, ni nada de nada) tu debes tener una garantía de algo: los datos fiscales de tu cliente para poder reclamar en caso de conflicto y un pago por adelantado que cubra toda esa labor de bocetos y propuestas y no deje nunca desequilibrada la balanza de que el cliente tenga diseños o propuestas y tu 0€ pagados. Si no te sientes cómodo/a cobrando nada por adelantado y prefieres un pago final (cada uno tiene sus métodos) lo mínimo al menos es el contrato de prestación de servicios, firmado, y con los datos básicos de tu cliente.
- Mejora tus cuestionarios briefing y limita las correcciones, los bucles infinitos de cambios solo ocurren por tres cosas:
- No has extraído toda la información que condiciona el diseño de manera correcta o no has asesorado correctamente a tu cliente de manera que hayas podido empaparte mejor de lo que demanda su proyecto.
- Tu cliente no tiene muy claro lo que quiere o necesita y tienes que trabajar con él/ella primero todo lo que demanda su encargo para valorar unos objetivos a cumplir por su diseño.
- Ninguna de las partes lo está haciendo bien, por un lado no se tiene claro lo que se quiere y por otro no se sabe hacer las preguntas o la inmersión correcta en el proyecto como para averiguarlo.
- Los presupuestos no son carta blanca de diseños: todos y cada uno de los presupuestos de diseño (ya sea para logotipos, papelería, web, etc.) siempre establecen un precio bajo unos límites de propuestas o revisiones sobre los diseños. Parece que es algo muy obvio (cuando Segundya has medito la pata una vez al ser novato/a) para los diseñadores pero no para los clientes, por ello lo mejor son las “rondas de correcciones” y establecer un número máximo de dichas rondas en cada presupuesto.
¡Hasta aquí el artículo!
Espero que te haya sido de utilidad que te haya contado esta experiencia, y, si aún estás a tiempo, puedas estar alerta en caso de que te surjan tus primeros encargos para saber establecer límites y encauzar el encargo correctamente, además de saber los puntos básicos para ser más metódico/a y profesional en tu trabajo como creativo (seas diseñadora, fotógrafo, ilustradora…)
Tienes la caja de comentarios más abajo por si quieres compartir tu experiencia o consultarme lo que necesites y, por supuesto, siéntete libre de compartir tu experiencia con otros autónomos y diseñadores si te han tangado de alguna otra forma y quieres que tu testimonio pueda servir de aviso para que otros estén a tiempo de no cagarla. A veces, parece una tontería, pero hasta que no te ves reflejado en la experiencia de otra persona no te das cuenta de los errores que puedes estar cometiendo sin darte cuenta y que te están impidiendo avanzar.
¡Un abrazo!
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Hola Patricia, a mí me ocurrió lo mismo al principio (hace unos 5 o 6 años), ahora no envío ningún boceto sin marca de agua, porque me da terror que me vuelvan a suceder todos estos errores. Lo has plasmado tan bien, que seguro ayudará a todos aquellos que estén comenzando. Yo acabo de descubrir tu marca y tu blog, porque como me dedico al mundo de las bodas en Canarias y ahora mismo (con el Covid-19), no puedo trabajar, estaba buscando algunas directrices, para poder ayudar al pequeño comercio de mi zona, a digitalizarse, porque creo que muchos lo van a necesitar. Así que he visto tu web y estoy encantada de haberte encontrado!!, porque podré poner en claro un poco mejor como enfocar esta ayuda que quiero dar… Muchas gracias, un saludo.
¡Hola Isela! Muchísimas gracias por tu comentario 🙂 Me alegra mucho saber que los contenidos que creo te estén siendo de ayuda o de utilidad en este momento de tu negocio. ¡Muchísima suerte!
Muchísimas gracias por compartirlo!!
¡Muchas gracias a ti por leerlo y por tu comentario! 🙂